Cualquiera que visite Bucarest no debería irse sin visitar la Posada de Manuc. Seguramente uno de los lugares menos visitados, de los que menos se habla y de los que cuando uno lo visita se queda enganchado. Más aun es para extrañarse cuando este lugar está en el centro exacto de la ciudad: Piata Unirii.
La imagen de arriba es la fachada de entrada a la histórica Posada. Desde que llegue a la capital rumana pasaba a menudo por ella para visitarla pero siempre estaba cerrada, incluso el aspecto exterior es de total abandono del monumento. Lo descubrí en una guía turística de Rumania que una amiga me regalo antes de ir allí, (se llama Lorena, un recuerdo muy cariñoso para ella), y la guía se informaba de que estaba en obras y que se alargarían hasta 2009. "Las cosas de palacio van despacio", pensé.
En junio, paseaba con José por la fachada de Hanul Manuc que da a Piata Unirii, y uno de los restaurantes que se encuentran dentro del complejo se llama como el monumento y decidimos entrar, seguramente podríamos ver el famoso patio que aparecía en todas las guías turísticas de esta centenaria posada. Cuando pasamos a una de las terrazas que recorren los laterales del patio interno de la Posada de Manuc. Durante todo el tiempo que estuvimos tomando un café (por cierto, un tanto caro tomarse algo en este lugar) no pude quitarle el ojo a toda aquella maravilla que tenía ante mí. Un lugar inmenso, casi paradisíaco, de total silencio, color y tranquilidad en el corazón de una capital como es Bucarest. La imagen interna del patio choca con la sobriedad del exterior, como si de una fortaleza se tratase.
La imagen fue:
Patio interno de la Posada
Su fundador, Manuc Bei -un comerciante de origen armenio- (Manuc Mârzaian), nació en 1769 en Rusciuc. En la época del sultán Mustafá IV. En 1806, Manuc llega a la capital de Valaquia y se ve obligado a establecerse aquí a largo plazo debido a suntos relacionados con la guerra ruso-turca. En la segunda que mitad del mismo año inicia construcción de la Posada, que se terminará en 1808. En el momento, su arquitectura fue innovadora.
No se conoce la arquitectura de la Posada en su proyecto inicial, pero las descripciones de principios del siglo XIX muestran que hubo 15 en las bodegas en el sótano, en la planta baja atornillada hubo 23 tiendas grandes, dos salones, diez almacenes, salas de servidores, cocinas y un túnel. El piso superior tiene 107 habitaciones, usadas principalmente para invitados. En el patio hay una cafetería y un pequeño jardín con fuente. La fachada que da al río Dâmboviţa se construye con una piedra clave, de más de un metro de grosor (como si hablaramos de una fortaleza).
El hermoso patio fue construido para albergar las cientas de caravanas de carros que atravesaban Europa. Patio interior dominado por arcos y columnas de madera dando un aspecto un tanto oriental.
La suerte de la Posada tras de la muerte de Manuc queda marcada por el cambio que hace Manuc de Bucarest con su familia a Hînceşti después del final de la guerra ruso-turca. Por un extraño accidente Manuc muere y debido a que todos sus hijos eran menores de edad en el momento, la riqueza es administrada por un administrativo.
Es aquí donde, apresuradamente, se firmó el Tratado en 1812 (con la mediación del propietario de la Posada, Manuc) por el cual los otomanos dieron a Rusia la mitad del Principado de Moldavia.