El frío ya parece haberse instalado en Bucarest y con ello la ciudad se torna, poco a poco, del gris acostumbrado semanas atrás, con el que nos tenía acostumbrados.
Últimamente el Instituto Cervantes está siendo el lugar donde puedo aislarme del caótico mundo-Erasmus para poder centrarme en acabar los trabajos, preparar las presentaciones y empezar a estudiar los exámenes, como el de lengua rumana que tengo este jueves.
Bucarest deja atrás la alegría "social" vivida gracias al paréntesis primaveral para dar paso a los días de personas serias, agachadas y afanadas en que el frío no entre por ningún resquicio de la ropa, etc.
Hoy al recoger mi "carnet" del Instituto Cervantes, la chica que me atendió seleccionó esta canción y poner banda sonora a este gris día:
Extremoduro en Bucarest, como sentirse en casa.
I Love Bucharest.
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